Para Venezuela Exterior: En estos tiempos de intensos debates políticos y sociales, la Constitución Española vuelve a estar en el centro de la conversación pública. Aunque se trata de un documento jurídico nacido para ordenar la vida democrática del país, para miles de venezolanos residentes en España –y para quienes observan desde la distancia– esta Carta Magna representa algo más que un texto legal: simboliza un recordatorio de lo que significa vivir en libertad, en Estado de derecho y en convivencia plural.

Un espejo para los venezolanos
Para los venezolanos que llegaron a España buscando refugio político, seguridad jurídica o simplemente una vida estable que en su país se desvaneció, la Constitución de 1978 encarna valores profundamente añorados: la separación de poderes, el respeto a los derechos fundamentales y la garantía de participación democrática. Muchos de ellos vivieron en primera persona cómo el deterioro institucional en Venezuela abrió paso al autoritarismo, y reconocen en la Constitución española el tipo de marco que, de haberse respetado en su tierra natal, habría evitado gran parte de la crisis actual.
Por eso, no es extraño escuchar a venezolanos expresando un sentimiento de identificación y respeto hacia el orden constitucional español. Lo ven no solo como una norma suprema, sino como un pacto común que ha permitido el progreso sostenido del país, la alternancia política y el ejercicio real de libertades básicas.

El valor de un pacto que protege a todos
La Constitución española fue construida como un acuerdo amplio, plural y generoso. Su objetivo no fue imponer un proyecto particular, sino sentar las bases de una convivencia que garantizara el bienestar colectivo por encima de los intereses de grupos, partidos o ideologías. El paso del tiempo ha demostrado que, con sus imperfecciones y desafíos, este pacto ha funcionado como un pilar sólido del desarrollo democrático español.
Para quienes venimos de un país donde la Constitución fue reinterpretada, manipulada o ignorada en favor de proyectos personales, comprender la importancia de la ley fundamental es casi un acto emocional. Sabemos que cuando el texto constitucional deja de ser el límite y se convierte en un instrumento moldeable al capricho del poder, la sociedad comienza a erosionarse desde adentro.
Un llamado desde la experiencia
Hoy, cuando España atraviesa debates intensos sobre reformas, competencias y tensiones políticas, los venezolanos que hemos vivido el colapso de un país hacemos una llamada respetuosa pero firme: la Constitución debe ser respetada por encima de cualquier agenda partidista. Es legítimo discutir, interpretar y reformar dentro del marco que ella misma establece, pero nunca subordinarla a intereses coyunturales.
Venezuela es un ejemplo doloroso de lo que ocurre cuando la Constitución deja de ser un límite y se convierte en un mero instrumento de poder. Cuando la separación de poderes se diluye, cuando los derechos se condicionan, cuando la ley se tuerce para favorecer a unos pocos, la democracia comienza a resquebrajarse.
La libertad como patrimonio común
España y Venezuela comparten lazos históricos, culturales y humanos. Hoy también comparten una lección: la libertad se sostiene sobre instituciones fuertes, leyes claras y un compromiso ciudadano permanente. La Constitución española es una herramienta viva que permite que ese compromiso se renueve cada día.
Los venezolanos que hoy residen en estas tierras lo saben mejor que nadie: respetarla no es solo un acto jurídico; es un acto de responsabilidad histórica.
Hoy, desde nuestra experiencia, hacemos un llamado respetuoso: cuidar la Constitución es cuidar la democracia.
*España no debe repetir los errores que llevaron a Venezuela a su crisis actual*.
La libertad se defiende respetando las instituciones que la sostienen.






